El agua, que entró en nuestras vidas
como tú llegaste a la mía.
Apareció despacio
sin prisa
mojando y arrasando
con todo a su paso.
Irrumpió con fuerza
sin mirar si había sitio,
sin ni siquiera preguntar,
como la vuelta a casa
de una ola hacia el mar.
Llegó sonriendo
ésta vez rápido,
el día que desde el cielo
decidió regresar al suelo.
Luego se fue triste,
sin dar las gracias
sin despedirse.
El agua, que entró en nuestras vidas
siendo agua
se marchó, sin decir nada
siendo vida.
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