Ir al contenido principal

Tiempo


Por primera vez he aprendido a ir despacio.
Siento que ahora, no hace falta correr para llegar bien.
Que la cerveza me sabe mejor contigo y que la distancia se mide en apenas centímetros. Y ojalá nunca fueran más de dos.
No me importa andar, aunque sea lejos, donde quieras, me da igual. Que además, el camino ya me lo conozco de sobra, y me gusta. Y que cuando quieras nos vamos, a cualquier otra parte, ya sabes.
He encontrado el calor que hay debajo de un paraguas, el frío en la calle de madrugada y algún lunes que no me importa madrugar.
Ahora sé que no hay mejor lugar para pasar el domingo que entre tu pelo y tu hombro escondido.
Que la solución a mis problemas pasa porque aparezcas con ganas de mantenerme arriba, cuando el mundo se me echa encima.
He descubierto que el tiempo se mide en instantes fugaces, en fracciones de segundo, en momentos que marcan, en recuerdos grabados y no en el reloj de pulsera que llevas atado en la muñeca.
Que a veces la respuesta está en frenar un poco y mirar hacia un lado. Entonces te das cuenta de que todo encaja y empieza a funcionar.
¿Y sabes qué?
Que ni la primavera ha sido tan mala, ni la lluvia tan desagradable, ni el frío tan frío desde que estás tú aquí conmigo. Y aunque hoy, todavía no hay muchas páginas escritas en este cuaderno, que sepas que es solo porque aún no nos ha dado tiempo.

Y si hablamos de tiempo, 
yo tengo todo el tiempo del mundo para compartirlo contigo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Días contados

Tu foto colgada en la pared sigue siendo lo primero que veo cuando me despierto. Bonita forma de empezar el día, creo. Un mensaje tuyo de "buenos días feo" en un Post-it pegado en la tercera balda de la estantería es lo segundo. En mi escritorio tu bolígrafo azul de la suerte, aquel de la tapa mordida. En mi mesilla, un despertador sin pilas que te devolveré algún día. Y en la pizarra blanca que cuelga del lateral del armario, un dibujo con tu nombre pintado. Tengo guardados en una caja vieja de zapatos, en el segundo armario, todos los recuerdos contigo. Alguna que otra carta a medias sin acabar. Que la verdad no tengo pensado terminar. Un disco de Sabina, una barra de Cacao y una foto de carnet en la que sales sonriendo. Un libro de Carlos Salem dedicado, tropecientas películas y algún que otro CD regrabable. En el cajón de la habitación, un par de medias nuevas y una goma de pelo negra que perdiste en mi cama. Medio bote de colonia, un pintauñas rojo y tu cepill...

Cuídame

Cuídame bien, no dejes nunca que me pierda. No permitas que un día me vaya en busca del calor que contigo no he encontrado. Quiero que me dejes dudar, tengo mi derecho, igual que tienes tú el tuyo. Pero no dejes que me lo piense dos veces, porque puede que elija el fallo. No dejes que me vaya. Cuídame mucho, pero deja que me equivoque y dame luego la posibilidad de arreglarlo. No dejes que me aleje de ti, no dejes que esto salga mal, por favor, no quiero que llegue el momento de tener que recoger mis cosas e irme de aquí. Y si fuera así, tampoco te olvides de mí. Cuídame. Quiero que estés conmigo, que me tengas a mí. Que presumas de nosotros, de lo que somos y de lo que hemos conseguido. Y antes de dejarme ir, recuerda lo que hemos sido. Cuídame, juegatela, apuesta por todo, que te va a salir bien. Estoy seguro. Cuídame de verdad, porque yo ya no sé ser de otra manera. No dejes nunca de necesitarme. No te permitas el lujo de pedirme otra oportunidad, no quiero que eso ...

Hace un año

Empezamos el año pisando juntos la nieve, pasando frío abrazados y haciendo una foto para la posteridad tras varias copas de más. Después seguimos mojados aguantando sobre el barro cada una de las embestidas, que dejan entre los charcos, los restos de cualquier temporal. Bajo un paraguas de llanto y un cristal empañado fuimos jugando a hacernos los fuertes buscando un descanso. No teníamos ni idea. Fuimos andando sobre los pasos que un día, nos habían enseñado a seguir peleando. Tocamos juntos la arena, también juntos el mar. Aquel día comprendimos que habíamos ganado. Dormíamos a los pies de un acantilado y las cervezas caían en el balcón justo a la hora a la que se acostaba el sol. Cantábamos, jugábamos, reíamos, llorábamos. Estábamos dónde queríamos estar, solo nos preocupaba seguir respirando. Sinceramente, no éramos conscientes de lo que estábamos creando. Hemos alcanzado cada una de las metas que nos habíamos marcado. Y ahora solo tengo clara una cosa,...