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Modo repetición


Se han acostumbrado a echarse de menos entre semana.
Incluso a veces varios meses.
Están lejos, cada uno en una ciudad y en distinta cama.
Sus besos saben a distancia, sus polvos a billetes de tren.
Que por desgracia, siempre son con vuelta.
Sus noches recuerdan a domingos vacíos y a fotos sin ropa.
A pedir para cenar el menú del kebab para uno
y a conversaciones por Skype antes de irse a dormir.

Para ella:

De camino a Madrid, en sus cascos siempre suena Izal
y en el bolso, un libro de Loreto Sesma.
El pelo impecable, normalmente planchado
y en la cara, un poco de antiojeras para intentar disimular.
Sus ganas intactas, como el primer día.
Próxima parada, "Madrid Chamartín",
y en su sonrisa la cara de un niño recién levantado
el día de su cumpleaños.

Para él:

Medio bote de colonia encima
y al contrario que ella, el flequillo hacia un lado despeinado.
El pelo no le resulta apenas importante.
En cambio, sí ponerse su camisa favorita
y los pantalones nuevos.
Nervioso, fumando en la estación,
con el pie apoyado en la pared,
pensando que decir o que hacer
cuando ella llegue. Y llega.
-Es más bonita que Gran Vía- piensa.

Para ellos:

La verdad, es que después de unos cuantos meses,
varias noches, demasiados besos y algún que otro exceso,
todavía no tienen muy claro lo que ellos ahora son.
Pero sí saben, que por mucho que cueste no quieren dejar de serlo.

Se han dado cuenta de que son
como esa puta canción
que ambos siempre ponen en "modo repetición".

Comentarios

  1. Nadie puede plasmar la distancia con tanta delicadeza y tan buenas palabras sigue escribiendo, estoy aprendiendo mucho de ti.
    Un abrazo enorme, no me canso de leer tus textos!!

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