Y no sé porqué pero he llegado a un momento en mi vida, en el que ahora me encuentro, que ya no tengo cuerpo para aguantar más bobadas. Me resulta algo irritante relacionarme con algunas personas y otras no llaman para nada mi atención. No despiertan mi interés vaya. Me resbalan bastante aquellos que un día estuvieron a mi lado, acompañando y alegrando mis tardes y ahora ya nada, es más, muchos ni siquiera saludan por la calle. A muchos he visto agachar la cabeza o sacar el móvil intentando disimular. Ya ves tú que problema. Bendito problema. No me voy a molestar en mencionar porque no me caben en los dedos de las manos la cantidad de gente que conozco a la que solo le importa quedar bien, aunque realmente sea mentira. Feo gesto donde les haya.
No quiero a mi alrededor a nadie así. Pretendo que los míos sean sinceros, casi siempre justos conmigo y a veces algo críticos. Que me corrijan y se cabreen, que me ayuden, que me hagan razonar y con ello pensar las cosas dos veces. En ocasiones tres. Incluso cuatro si hace falta. Ya sé sabe, más vale un tortazo a tiempo que rondar cien años. En definitiva, que me enseñen a vivir.
Lo reconozco, nadie es perfecto así que como es obvio, yo no iba a ser menos. También cometo errores. A veces con demasiada frecuencia. Muchas de ellas no me doy cuenta y tiro para adelante sin pensar a quién puedo estar arrastrando a mi paso, sin ver el daño que hago. Lo siento. También soy muy pesado y un poco exagerado.
No hablo de postureo ni de la forma de vestir, eso es libre, cada uno con lo suyo. Solo digo que no se trata de acaparar y creerse más que nadie. En el fondo, ninguno somos tan importantes.
Si le caes bien a todo el mundo, algo estás haciendo mal.
Comentarios
Publicar un comentario