Ir al contenido principal

Tanta tontería me cansa


Y no sé porqué pero he llegado a un momento en mi vida, en el que ahora me encuentro, que ya no tengo cuerpo para aguantar más bobadas. Me resulta algo irritante relacionarme con algunas personas y otras no llaman para nada mi atención. No despiertan mi interés vaya. Me resbalan bastante aquellos que un día estuvieron a mi lado, acompañando y alegrando mis tardes y ahora ya nada, es más, muchos ni siquiera saludan por la calle. A muchos he visto agachar la cabeza o sacar el móvil intentando disimular. Ya ves tú que problema. Bendito problema. No me voy a molestar en mencionar porque no me caben en los dedos de las manos la cantidad de gente que conozco a la que solo le importa quedar bien, aunque realmente sea mentira. Feo gesto donde les haya.

No quiero a mi alrededor a nadie así. Pretendo que los míos sean sinceros, casi siempre justos conmigo y a veces algo críticos. Que me corrijan y se cabreen, que me ayuden, que me hagan razonar y con ello pensar las cosas dos veces. En ocasiones tres. Incluso cuatro si hace falta. Ya sé sabe, más vale un tortazo a tiempo que rondar cien años. En definitiva, que me enseñen a vivir.

Lo reconozco, nadie es perfecto así que como es obvio, yo no iba a ser menos. También cometo errores. A veces con demasiada frecuencia. Muchas de ellas no me doy cuenta y tiro para adelante sin pensar a quién puedo estar arrastrando a mi paso, sin ver el daño que hago. Lo siento. También soy muy pesado y un poco exagerado.

No hablo de postureo ni de la forma de vestir, eso es libre, cada uno con lo suyo. Solo digo que no se trata de acaparar y creerse más que nadie. En el fondo, ninguno somos tan importantes.

Si le caes bien a todo el mundo, algo estás haciendo mal.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Días contados

Tu foto colgada en la pared sigue siendo lo primero que veo cuando me despierto. Bonita forma de empezar el día, creo. Un mensaje tuyo de "buenos días feo" en un Post-it pegado en la tercera balda de la estantería es lo segundo. En mi escritorio tu bolígrafo azul de la suerte, aquel de la tapa mordida. En mi mesilla, un despertador sin pilas que te devolveré algún día. Y en la pizarra blanca que cuelga del lateral del armario, un dibujo con tu nombre pintado. Tengo guardados en una caja vieja de zapatos, en el segundo armario, todos los recuerdos contigo. Alguna que otra carta a medias sin acabar. Que la verdad no tengo pensado terminar. Un disco de Sabina, una barra de Cacao y una foto de carnet en la que sales sonriendo. Un libro de Carlos Salem dedicado, tropecientas películas y algún que otro CD regrabable. En el cajón de la habitación, un par de medias nuevas y una goma de pelo negra que perdiste en mi cama. Medio bote de colonia, un pintauñas rojo y tu cepill...

Cuídame

Cuídame bien, no dejes nunca que me pierda. No permitas que un día me vaya en busca del calor que contigo no he encontrado. Quiero que me dejes dudar, tengo mi derecho, igual que tienes tú el tuyo. Pero no dejes que me lo piense dos veces, porque puede que elija el fallo. No dejes que me vaya. Cuídame mucho, pero deja que me equivoque y dame luego la posibilidad de arreglarlo. No dejes que me aleje de ti, no dejes que esto salga mal, por favor, no quiero que llegue el momento de tener que recoger mis cosas e irme de aquí. Y si fuera así, tampoco te olvides de mí. Cuídame. Quiero que estés conmigo, que me tengas a mí. Que presumas de nosotros, de lo que somos y de lo que hemos conseguido. Y antes de dejarme ir, recuerda lo que hemos sido. Cuídame, juegatela, apuesta por todo, que te va a salir bien. Estoy seguro. Cuídame de verdad, porque yo ya no sé ser de otra manera. No dejes nunca de necesitarme. No te permitas el lujo de pedirme otra oportunidad, no quiero que eso ...

Hace un año

Empezamos el año pisando juntos la nieve, pasando frío abrazados y haciendo una foto para la posteridad tras varias copas de más. Después seguimos mojados aguantando sobre el barro cada una de las embestidas, que dejan entre los charcos, los restos de cualquier temporal. Bajo un paraguas de llanto y un cristal empañado fuimos jugando a hacernos los fuertes buscando un descanso. No teníamos ni idea. Fuimos andando sobre los pasos que un día, nos habían enseñado a seguir peleando. Tocamos juntos la arena, también juntos el mar. Aquel día comprendimos que habíamos ganado. Dormíamos a los pies de un acantilado y las cervezas caían en el balcón justo a la hora a la que se acostaba el sol. Cantábamos, jugábamos, reíamos, llorábamos. Estábamos dónde queríamos estar, solo nos preocupaba seguir respirando. Sinceramente, no éramos conscientes de lo que estábamos creando. Hemos alcanzado cada una de las metas que nos habíamos marcado. Y ahora solo tengo clara una cosa,...