Ir al contenido principal

Casi siempre aleatoria


Una tarde encerrado en casa, me di cuenta de que ya no lo siento. Has pasado a un segundo plano. Un lugar especial donde guardo los recuerdos del pasado. Los que no me importan, claro. Ya no tengo la necesidad de mirar para a otro lado si me cruzo contigo por la calle. Para nada me sorprende que no aparezcas en mis últimas conversaciones. Queda lejos la época de estar en la lista de llamadas perdidas. Sé que has vuelto a fumar. Pasamos de compartir almohada, a no poder ni sentarnos juntos en una ridícula mesa de biblioteca. De querer quedarte con mis sudaderas a ni siquiera verte los sábados por el centro, ahora eres más de ir al cine. Cenar por ahí los domingos y emborracharte los jueves con tus amigas de clase.

Descubrí que aquella canción que escuchábamos tú y yo, ya no significa nada, ahora solamente es la pista 106 de una lista de reproducción. Casi siempre aleatoria. He visto que por fin me has desbloqueado. Imagino, estás con alguien. Las fotos en tu perfil no mienten, ni esas caritas y corazones que escribes en un tweet antes de dormir, a quién desde hace un par de meses te alegra las noches. Y por lo que parece, también gran parte de los días. Ese alguien que durante un tiempo era yo. No pasa nada. Tranquila que no me molesta. Tampoco tu forma estúpida de actuar, ni que hayas preferido conformarte, antes que apostar por algo que a priori era más complicado.

Lo peor es que ni lo has intentado. 
Tú verás, siempre te ha gustado más perder que arriesgar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Días contados

Tu foto colgada en la pared sigue siendo lo primero que veo cuando me despierto. Bonita forma de empezar el día, creo. Un mensaje tuyo de "buenos días feo" en un Post-it pegado en la tercera balda de la estantería es lo segundo. En mi escritorio tu bolígrafo azul de la suerte, aquel de la tapa mordida. En mi mesilla, un despertador sin pilas que te devolveré algún día. Y en la pizarra blanca que cuelga del lateral del armario, un dibujo con tu nombre pintado. Tengo guardados en una caja vieja de zapatos, en el segundo armario, todos los recuerdos contigo. Alguna que otra carta a medias sin acabar. Que la verdad no tengo pensado terminar. Un disco de Sabina, una barra de Cacao y una foto de carnet en la que sales sonriendo. Un libro de Carlos Salem dedicado, tropecientas películas y algún que otro CD regrabable. En el cajón de la habitación, un par de medias nuevas y una goma de pelo negra que perdiste en mi cama. Medio bote de colonia, un pintauñas rojo y tu cepill...

Cuídame

Cuídame bien, no dejes nunca que me pierda. No permitas que un día me vaya en busca del calor que contigo no he encontrado. Quiero que me dejes dudar, tengo mi derecho, igual que tienes tú el tuyo. Pero no dejes que me lo piense dos veces, porque puede que elija el fallo. No dejes que me vaya. Cuídame mucho, pero deja que me equivoque y dame luego la posibilidad de arreglarlo. No dejes que me aleje de ti, no dejes que esto salga mal, por favor, no quiero que llegue el momento de tener que recoger mis cosas e irme de aquí. Y si fuera así, tampoco te olvides de mí. Cuídame. Quiero que estés conmigo, que me tengas a mí. Que presumas de nosotros, de lo que somos y de lo que hemos conseguido. Y antes de dejarme ir, recuerda lo que hemos sido. Cuídame, juegatela, apuesta por todo, que te va a salir bien. Estoy seguro. Cuídame de verdad, porque yo ya no sé ser de otra manera. No dejes nunca de necesitarme. No te permitas el lujo de pedirme otra oportunidad, no quiero que eso ...

Hace un año

Empezamos el año pisando juntos la nieve, pasando frío abrazados y haciendo una foto para la posteridad tras varias copas de más. Después seguimos mojados aguantando sobre el barro cada una de las embestidas, que dejan entre los charcos, los restos de cualquier temporal. Bajo un paraguas de llanto y un cristal empañado fuimos jugando a hacernos los fuertes buscando un descanso. No teníamos ni idea. Fuimos andando sobre los pasos que un día, nos habían enseñado a seguir peleando. Tocamos juntos la arena, también juntos el mar. Aquel día comprendimos que habíamos ganado. Dormíamos a los pies de un acantilado y las cervezas caían en el balcón justo a la hora a la que se acostaba el sol. Cantábamos, jugábamos, reíamos, llorábamos. Estábamos dónde queríamos estar, solo nos preocupaba seguir respirando. Sinceramente, no éramos conscientes de lo que estábamos creando. Hemos alcanzado cada una de las metas que nos habíamos marcado. Y ahora solo tengo clara una cosa,...