Me da igual que vivas en otra ciudad. Ya me he acostumbrado a verte solamente los fines de semana. Y por desgracia, ni siempre ni todos. Alguien me dijo hace tiempo que no era bueno eso de acostumbrarse, pero ya ves, aquí estoy metido como siempre en camisas de once varas. Cenas con tus amigas mientras yo me emborracho en cualquier rincón, para después empezar juntos el domingo. Me encanta pasar frío contigo. He descubierto que no sé como acabar la semana sin verte. Cada día es algo nuevo, diferente plan, distinto bar y otras calles. Pero aunque pasen tantos días la sensación es de la primera vez que nos vemos, hay cosas que no cambian. Mismos besos en el parque, y nuestras escaleras. El banco marrón justo debajo de tu casa no se mueve y tampoco ese portal que siempre encontramos abierto. Conversaciones vacías a diario, pero llega el viernes, tú impaciente por llegar, yo nervioso esperando que me avises para bajar. Días llenos de cenas y cervezas, de películas y polvos, de siestas en tu sofá. De ganas de avanzar, de arrancar hojas en el calendario, tachando números de semana en semana.
La putada es el domingo,
te marchas y otra vez vuelta a empezar.
Comentarios
Publicar un comentario